Nos remontamos a 730, cuando los monjes benedictinos de Irlanda y Escocia vinieron a establecerse en Alsacia para evangelizar a la población. En aquella época, se forjó la leyenda: unos niños/as que juegan en los prados ven en el arroyo un objeto que tomaron por un animal. Lo sacaron y se dieron cuenta de que era una imagen de la Virgen, la cual acabó fijada en un árbol. Posteriormente, la imagen fue recuperada por un ermitaño que la colocó en un oratorio cerca del lugar.
En 1125, un joven noble de Soultz, que padecía una enfermedad incurable, se curó milagrosamente. Cinco años más tarde, en 1130, Pedro el Venerable Abad de Cluny fundó un priorato benedictino en las mismas tierras que donó el joven noble tras curarse. El Priorato de Thierenbach debía pagar cada año a Cluny un escudo dorado y. a cambio, los habitantes de Soultz podían participar en las oraciones y misas de los monjes.
El monasterio tuvo que someterse a duras pruebas durante varios siglos: saqueos, incendios, devastaciones e incluso la desaparición completa en 1640, a causa de la Guerra de los Treinta Años. Fue entonces cuando llegó su nueva vida gracias al arquitecto austriaco Peter Thumb, quien erigió un nuevo monumento barroco en 1723.
Durante la guerra de 1914-1918, la región de Thierenbach, que está cerca del campo de batalla (Vieil Armand y Sudel), es bombardeada frecuentemente por la artillería francesa. La población fue evacuada y la imagen de la virgen del siglo XVI guardada en Niederentzen y posteriormente en Eichhoffen. La basílica de Thierenbach fue restaurada y se instaló un campanario neobarroco en 1932.