En primer lugar y como suelo acostumbrar, os pongo en antecedentes.
Las fotografías que veréis en esta entrada fueron tomadas el 13 de diciembre de 2019, a eso de las 15h. Viernes, por cierto. Mi querida hermana Rosell y mi cuñado, Román, vinieron por primera vez a Alsacia y tenía que llevarlos a Kaysersberg. Muchísimas gracias por vuestra visita y volved pronto. ¡Aquí tenéis vuestra casa! Estamos, obviamente, en la era PRE-COVID y no se ven mascarillas por la calle ni personal pidiendo el pasaporte sanitario para tomar un café en una terraza.
El desplazamiento al pueblo la hicimos en mi coche particular. Ingenua de mí, y con falta de costumbre, confiaba en que no hubiera demasiada gente por el frío y la jornada tan desapacible que teníamos. Spoiler: ME EQUIVOCABA MUCHO.
Me costó sudores fríos y varias vueltas enteras al pueblo para encontrar un sitio, así que ya podéis intuir vosotros/as mismos lo que nos encontraríamos después. Esta es, ni más ni menos, la realidad de Alsacia en una época de gran afluencia. Estaban, literalmente, todos los parkings ocupados. Una locura. Aquí una está acostumbrada a ir en temporada baja y encontrar un huequito a la primera.