Llegó la hora de dar nuestra opinión.
Maison Naegel se ubica a escasos metros de la anterior pastelería aquí citada, Maison Caffet. Mi primera impresión, antes de entrar, es la poca organización, mimo y cuidado del escaparate. Al fin y al cabo, el escaparate es una ventana de lo que vamos a poder encontrar dentro y yo lo tendría un poco mejor presentado para que resulte aún más apetecible. En un lado había mucho dulce junto, poco y apretujado en otro, los letreros del nombre y precio mal colocados…
Una vez decidido lo que queríamos (Le carré d’or para el socio y tartaleta de frambuesas y fruta de la pasión para mí), entramos en el local. Lo tenían todo bastante bien organizado para que no haya cruces entre los clientes que salen y los que entran; además de tener gel hidroalcohólico en la entrada, había una persona en la puerta para controlar el aforo. Por ahí vamos bien. Con el tema COVID no era posible sentarse y comerlo «sur place».
El personal no me pareció tan amable como en los dos anteriores. Era un poco complicado pedir y no ver/señalar en el expositor lo que quieres ya que lo expuesto está en el escaparate que da a la calle… Esto es una experiencia personal, había más dependientes y seguro que un poco más afables que el que nos tocó a nosotros. ¡Ah, que no se me olvide! Podéis ver los precios en el collage pero la horquilla de dulces individuales va desde los 2,70 € del éclair de vainilla o chocolate a 4,20 € de la Saint-Honoré, por ejemplo. Nuestros dulces costaron, ambos, 4,20 €. Y, como era de esperar, estaban deliciosos.
Resumiendo: la calidad de los dulces es excelente pero podrían mejorar ciertos detalles, como la presentación del producto (tanto en el escaparate como la caja para llevar). Por supuesto que repetiríamos con otra de sus exquisiteces.