La organización del evento es ejemplar. Hay dos accesos de entrada y otros dos de salida diferentes. El uso de mascarilla es obligatorio, ya que, aunque el aforo queda limitado, resulta difícil (que no imposible) guardar la distancia de seguridad. Hablando de seguridad, en los accesos hay personal revisando bolsos y mochilas y, este año, además, realizando el conteo para no superar el aforo de 2000 personas.
Después de narrar todo el protocolo y la información más básica y de interés, ahí va nuestra opinión.
En mi caso, era la segunda ocasión que disfrutaba del vídeo-mapping. Primera para mi socio. La organización fue muy buena y nosotros, como se puede más o menos intuir en el ángulo de las fotografías, nos sentamos en el suelo y en el lado derecho de la fachada. Aunque a duras penas se cumplía la distancia de seguridad, todo el mundo portaba su mascarilla. Eso tranquilizaba. El show empezó con puntualidad británica y OH, boca abierta casi permanente. La música del genio Beethoven acompañaba a la perfección el juego de luces: pausada, sin estridencias, al compás de la proyección de luces. Casi mágico.
Por cierto, mi socio echó de menos alguna composición más famosa y con más fuerza. Para mi quedó ideal, reflejando a la perfección nuestra situación estos meses atrás: incertidumbre, desasosiego, silencio fuera de casa, días leeentos, preocupación y, por que no, algo de tristeza y melancolía. Un 10
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